Transmigre como el mayordomo de una heroína derrotada - Ch 0
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«Ah».
Me senté tranquilamente en mi habitación, contemplando el cómic que tenía ante mí.
Había vendido un total acumulado de 50 millones de ejemplares, un éxito sin precedentes en la industria. Para ser precisos, se limitaba al género de la comedia amorosa. La serie se había adaptado incluso a un anime de impresionante calidad, que suscitaba continuos rumores en Internet, tanto en Corea como en Japón. Las ventas de Blu-ray se dispararon, y las figuras de edición limitada se agotaron en cinco minutos.
«En efecto, ¿cómo será el final?».
Hubo un acalorado debate en Internet -la llamada «guerra del amor»- sobre con quién acabaría finalmente con el protagonista. Se planteó casi como una broma, pero yo sabía la verdad.
En medio de innumerables giros y sorpresas, la heroína con una conexión más profunda con el protagonista fue sin duda Amelia Iori Lionheart. Ella encarnaba todo lo que es la esencia de una heroína: clásica, valiosa y esencial en la vida del protagonista.
El llamativo aspecto de Amelia -cabello rubio recogido en un moño de estilo antiguo- era único y la retrataba como una joven refinada. Sin embargo, su personalidad brillaba más cuando se convertía en una chica cariñosa en torno a el protagonista. También ocupaba sistemáticamente el primer puesto en las encuestas de popularidad.
«¿Por qué estoy tan nervioso?» murmuré, temblando mientras sostenía el comic.
El personaje de Amelia me tocó la fibra sensible. Se escapó de casa y pasó cuatro años viviendo de forma independiente, como yo tuve que hacer a los 26, trabajando sin descanso para valerme por mí mismo. En mis ratos libres, encontré consuelo en la subcultura de los cómics, los juegos y el anime. Entre las innumerables obras que devoré, la comedia de amor que tenía ante mí era la que más destacaba.
El título decía: To Love X Lady: ¡Tu amor, querida dama!
Abarcaba casi 30 volúmenes, algo poco habitual en el género, y ahora tenía en mis manos la esperadísima última entrega: el volumen 32.
«Vamos a leerlo ahora».
En cuanto la revista anunció la fecha de publicación del último volumen, me decidí. Incluso falté al trabajo para acampar ante la librería dos días antes. Un mes antes del lanzamiento, detuve todo lo demás en mi vida. Para este cómic, hice mi primer viaje al extranjero, de Corea a Japón, pasaporte en mano, y reservé un hotel cápsula sólo para comprar la versión original.
Esta historia lo era todo para mí. Leerla era como estar en una relación: su descripción de las emociones frescas y los momentos emocionantes me cautivaba.
Pero quizás… esa devoción era la razón por la que nunca había buscado una relación real.
Abrí el cómic con el corazón palpitante.
¿Quién sería la verdadera heroína? ¿Cómo acabaría la historia?
La espada del protagonista estaba desenvainada…
(N/T: en asia es una expresion que suele simbolizar la preparación para el conflicto, o la entrada en un momento crítico de la historia.
***
«Ah.»
Ah, ah. Ah. Ah, ah, ah, ah…
«No. ¡No! ¡Esto no puede ser! Por favor, ¡¡¡no!!!»
Ignoré el ruido de golpes de la habitación de al lado. El final… no me lo podía creer.
Amelia, la más cercana al protagonista, la que lo sacrificó todo por su amor, no había ganado. Fue la chica que renunció a su propia identidad sólo para estar con él.
Pero, ¿qué le dijo el protagonista a su sincera confesión?
«Lo siento, Amelia. Yo… no puedo responder a eso».
Su corazón, antes lleno de inquebrantable seguridad, se hizo añicos.
«¡¿Por qué, Ryuunosuke?! ¿Por qué?»
Suplicó, desesperada por una respuesta.
«Porque… amo a Chihiro.»
Y así como así, la chica que todos creían que ganaría fue dejada de lado. La vencedora final de la guerra de amor fue Chihiro Akasaka, una chica deportista que ni siquiera se consideraba una aspirante seria.
Chihiro, la última en todas las encuestas de popularidad. Chihiro, la heroína menos simpática. Incluso tuvo momentos de violencia hacia el protagonista. Pelo castaño corto, piel bronceada: rasgos que no solían gustar a los lectores.
En las comedias de amor, el color del pelo suele simbolizar la personalidad. El personaje de Chihiro era, como mínimo, controvertido. Muchos comentaristas en línea afirmaban que no tenía ninguna posibilidad de ganar.
Sin embargo, contra todo pronóstico, lo consiguió.
Fue como un giro cruel y oscuro, un puñetazo en las tripas.
«Yo… no veo ninguna luz en mi futuro… Sólo oscuridad…».
La desesperación me consumía. Cogí mi teléfono y busqué en la comunidad online, con la esperanza de encontrar algo de consuelo.
[Amelia naufragó, lol.]
[¡La Princesa de la Castidad cayó, jajaja!]
[Imagina perder contra una simple chica deportista. ¿Prometido? ¿Dónde está ahora esa rubia con pelo de taladro? Lol.]
El ridículo fue despiadado.
«No puedo aceptar esto. No lo aceptaré».
El odio surgió dentro de mí, odio por el escritor que había orquestado este final. ¿Cómo pudieron hacer esto?
***
El tiempo pasaba, el dolor se atenuaba hasta que incluso las lágrimas se negaban a caer.
Pero en medio del adormecimiento, surgió un pensamiento.
Sí… Era el destino. Estaba destinado a venir a Japón por una razón. Como apóstol para evitar un futuro tan desastroso, había sido elegido por los cielos.
Eso era lo que había.
«A la Editorial… ¡Debo ir a la editorial!»
La rabia hervía. «¡Ese escritor b*stardo! ¡No le perdonaré! ¡Le haré entender la angustia de los que amaban a Amelia!»
Furioso, salí corriendo de la habitación y pedí un taxi para ir a la sede de la Editorial. La ira ardía en mi interior, amenazando con consumirlo todo.
Cuando llegué, me abalancé sobre la entrada, pero me detuvo el personal de seguridad.
«Suéltenme. ¡Dejadme entrar! ¡Malditos b#stardos! ¡¿Dónde está Murisame Kentaro?! ¡Maldita sea! ¡Sacadle de aquí!»
Luché violentamente, gritando obscenidades, ajeno a las miradas de los transeúntes.
«¿Ese es… un coreano?» murmuró alguien.
«¿Qué pasa?», preguntó otro.
No lo entendían. Ninguno de ellos podía comprender la profundidad de mi traición.
No podían comprender lo que se siente cuando todo tu mundo se pone patas arriba.
Seguí luchando, pero el cansancio me venció y perdí el conocimiento.
***
Cuando abrí los ojos, estaba mirando al techo.
Ingles: Goblinslate
Español:Natah