Maldita Reencarnación - Ch 33.1
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Capítulo 33.1: La Torre Roja de la Magia (4)
La calle Bolero solo se abría en la noche de luna llena. La próxima luna llena sería en una semana.
Eugene renunció a tratar de entender a Gargith. Ya era tan grande que parecía exagerado, pero pensar que todavía no estaba satisfecho con eso y planeaba comprar testículos de un gigante para comer.
“No me los voy a tragar”, insistió Gargith con seriedad.
“Entonces, ¿cómo te los vas a comer?” preguntó Eugene.
“En lugar de comerlos directamente, tienen un efecto mucho mejor después de convertirse en un medicamento.”
“Así que estás planeando molerlos y beberlos.”
“También te daré un poco.”
“No quiero nada.”
“¿Por qué no? Según lo que he escuchado, los testículos de las especies gigantes son muy beneficiosos para aumentar la resistencia, así como el crecimiento muscular.” Los ojos sinceros de Gargith mostraron cuán seriamente había hecho su investigación. Mientras cortaba su plato de carne magra, continuó hablando: “También contienen mucho maná. Todo esto significa que los testículos son un complemento preciado que quizás no puedas comprar aunque quisieras.”
“Deberías tomar todo el lote”, ofreció Eugene generosamente.
Aunque sabía que eran un suplemento que beneficiaría mucho a su cuerpo, Eugene rechazó rotundamente la idea de comerse los testículos de un gigante. A pesar de que no serías capaz de detectar su desagradable apariencia original una vez que se convirtió en una poción, no fue tan fácil cambiar tu percepción de ella.
Gargith suspiró, “Simplemente no puedo entenderte. Incluso la popular poción curativa utiliza el corazón y la sangre de un troll como ingredientes. Las pociones de maná también usan piedras de maná y otros materiales de monstruos como ingredientes.”
“Pero esos no son testículos”, señaló Eugene.
“Los testículos de los animales se utilizan a menudo como ingredientes de alta calidad.”
“Como te gustan tanto, puedes tenerlos todos.”
“No te arrepientas de esto más tarde”, advirtió Gargith.
“No lo haré”, murmuró Eugene mientras sorbía su té.
“… Pero, ¿por qué necesitas disfrazarte?”
Habiendo terminado de comer, Gargith hizo esta pregunta mientras bebía una taza de claras de huevo como si fuera una bebida normal.
Eugene resistió el impulso de comentar sobre esto y explicó: “… Llamará un poco la atención si se ve a un descendiente de la familia principal deambulando por una calle tan sombría.”
“Hm, eso es seguro.”
“Bueno, incluso si la calle ha recibido la aprobación tácita de los funcionarios, no se puede ganar nada metiéndose en un escándalo sin sentido.”
“Tienes la idea correcta”, dijo Gargith con admiración mientras asentía con la cabeza. “Aunque no tienes la intención de participar en nada vergonzoso yendo por esa calle, no hay necesidad de crear un escándalo innecesario. Sobre todo porque tal escándalo afectará la dignidad de su casa.”
“Así es; nuestra dignidad”, Eugene echó ligeramente la cabeza hacia atrás mientras estaba de acuerdo con Gargith.
Aunque Eugene también tenía buen apetito, no era nada comparado con Gargith. Después de haber devorado varios trozos de carne magra, Gargith se estaba tomando varios vasos de claras de huevo completamente sin condimentar. Gracias a eso, el olor a pescado de los huevos crudos flotaba incontrolablemente desde su boca.
“… Cepíllate los dientes después de que hayas terminado de comer”, solicitó Eugene.
“No insultes mi sentido de la higiene”, protestó Gargith a la defensiva.
“No me importa. Solo asegúrate de cepillarte los dientes. Y rocía un poco de colonia también.”
“No me avergüenzo de mi olor corporal”, insistió Gargith. “Por cierto, ¿necesito ponerme un disfraz también?”
“Hm…”, la expresión de Eugene se torció mientras consideraba esto.
Había estado planeando cubrirse con una túnica, pero con lo corpulento que era Gargith, eso no sería suficiente para resolver el problema.
Eventualmente, decidió: “… Probablemente no necesites un disfraz.”
“¿Por qué no?” preguntó Gargith.
“Porque esa gran masa tuya es imposible de ocultar, no importa lo que hagamos.”
“Gracias”, respondió Gargith con una sonrisa.
Parecía que una vez más había tomado la observación de su gran cuerpo como un cumplido.
‘No importará, ya que estará atrapado en la casa de subastas de todos modos’, se consoló Eugene.
Eugene era el único que necesitaba un disfraz. Estaba seguro de que Eward se dirigiría a la Calle Bolero la noche de la próxima luna llena. Dado que ya parecía estar sufriendo de ansiedad nerviosa debido a su adicción a las súcubos, era obvio que Eward no tenía la fuerza de voluntad para superar los síntomas de abstinencia.
‘Si hubiera tenido ese tipo de fuerza de voluntad en primer lugar, no habría terminado en ese estado.’
Pero algo preocupaba a Eugene.
Dado que los signos de drenaje de la fuerza vital eran tan obvios, y dado que incluso había rumores al respecto, no había forma de que Lovellian ignorara el comportamiento de Eward. ¿Podría ser negligencia intencional? No, no parecía haber ninguna razón para eso. Por ahora, debería tratar de escuchar el lado de la historia de Lovellian. Con este pensamiento, Eugene se levantó para irse.
“Voy a regresar”, le informó a Gargith.
“¿Ya? Estaré haciendo ejercicio pronto, entonces, ¿qué tal si entrenamos juntos? Si comparamos visiblemente nuestros cuerpos, podrás ver claramente la diferencia entre tú y yo”, sugirió Gargith.
Eugene lo despidió, “Está bien.” [1]
“Espera”, ladró Gargith con fuerza.
Empujando los platos sobre la mesa a un lado, se irguió en toda su altura gigantesca. Luego, colocando ambas manos en su cintura, respiró hondo, echó los hombros hacia atrás y estiró los músculos del pecho.
-¡Pop, pop, pop!
Los botones de su camisa, que ya había estado tirando, salieron volando como balas. Habiendo hecho pedazos su camisa, Gargith flexionó los músculos de la parte superior de su cuerpo mientras se sentaba.
“Hagamos una pulseada”, desafió Gargith a Eugene. [2]
Después de superar su sorpresa, Eugene finalmente preguntó: “… ¿Por qué?”
“He querido pulsear contigo desde hace cuatro años”, dijo Gargith, con los ojos brillantes. Luego, colocando uno de sus gigantescos brazos sobre la mesa, tomó una pose de pulso. “Sin usar maná, compitamos puramente con la fuerza de nuestros músculos.”
Sus palabras sonaron absurdas. Sin embargo, Eugene no se negó y tomó asiento frente a Gargith.
“Dado que es aburrido hacerlo así, hagamos una apuesta”, sugirió Eugene.
“¿Qué tipo de apuesta?” preguntó Gargith.
“Si gano, necesitas ponerte un poco de colonia cada vez que salgas. Y también debes dejar de venderme tu fármaco para el crecimiento muscular.”
“Bien. Pero si gano, debes hacerme un favor sin hacer preguntas.”
Gargith enseñó los dientes en una sonrisa desafiante. Cuando Eugene se quitó el abrigo y se arremangó, Gargith miró los antebrazos desnudos de Eugene.
‘Muy impresionante…. sin embargo, todavía no es suficiente’, pensó Gargith, seguro de su victoria.
Dos manos, que tenían una abrumadora diferencia de tamaño, se encontraron al otro lado de la mesa.
Gargith aclaró las reglas: “Empecemos a la cuenta de tres.”
“Está bien”, estuvo de acuerdo Eugene fácilmente.
“¿Estás de acuerdo con que diga la cuenta?”
“Realmente no me importa.”
“Entonces uno, dos—”
-Creak
Gargith empezó a tensar los músculos. Eugene inmediatamente comenzó a agudizar sus sentidos mientras mantenía sus propios músculos relajados.
“Tres.”
-¡Bang!
Los resultados se decidieron en un instante. Gargith se miró la mano con incredulidad. Sus músculos tensos y abultados habían sido empujados hacia abajo antes de que pudieran liberar adecuadamente su fuerza. Desde el momento en que terminó la cuenta, la velocidad de la reacción de Eugene había inutilizado su fuerza. En cambio, sus músculos demasiado grandes solo habían contribuido a la velocidad con la que su brazo golpeó la mesa.
“Es mi victoria”, declaró Eugene mientras se levantaba de inmediato y comenzaba a ponerse el abrigo.
“… ¿Cómo ganaste?” preguntó Gargith, estupefacto.
“Técnica, sincronización y sentido.”
Eugene palmeó el hombro de Gargith cuando pasó junto a él al salir.
“La próxima vez, recuerda rociarte un poco de colonia antes de llegar.”
Con este disparo de despedida, Eugene salió inmediatamente del restaurante sin mirar atrás.
[1] En este caso el “Está bien” no es expresado en forma de acuerdo sino para indicar que no es necesario.
[2] Pulso son las famosas “fuerzitas” o como lo llamen en su país.